EMPRENDEDORAS
Para hacer una reflexión sobre emprendedoras me parece fundamental conocer el significado de emprender. Un significado que no se base en las teorías económicas actuales, las cuales definen las funciones que realizan estos individuos en la sociedad o las características que se deben de dar en un emprendedor. Si no conocer la esencia de la palabra, y para ello nada mejor que analizar su significado epistemológico. Emprendedor procede de los vocablos latinos inter y penderé, su significado es “entrar” y “acometer e intentar”. Creo que este significado es la mejor forma de definir a un empresario, la persona que entra en el mercado intenta innovar y acometer, llevar a cabo o trabajar en su proyecto.
Una vez que tengo claro la esencia de la palabra, e intentando pensar en las diferencias que se pueden dar a la hora de que un hombre o una mujer emprendan, se me ocurren varias que pueden influir pero ninguna que sea determinante para poder decir que unos u otros tienen mejores características para emprender. Pero la realidad es otra, basándome en datos objetivos sobre el número de mujeres empresarias, directivas y hasta hace unos años trabajadoras, está claro que son minoría en todos los sectores económicos y clases sociales.
Sin llegar a saber muy bien a qué se debe este hecho, pero reconociendo a la conciencia social histórica gran parte de la culpa, me pregunto cómo se podrá cambiar. Como se podrá cambiar esta situación a la que actualmente no la encuentro justificación alguna.
Ya en el año 1978, nuestra Carta Magna, en su artículo 14 proclama el derecho a la igualdad y a la no discriminación por razón de sexo. Por su parte, el artículo 9.2 consagra la obligación de los poderes públicos de promover las condiciones para que la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas.
Y es que los poderes públicos y las organizaciones internacionales han sido capaces de ver que esta situación de desigualdad es insostenible, que para avanzar, crecer en un estado de bienestar social es imprescindible la aportación que todos, hombres y mujeres han de hacer. Por ello elaboran acciones legislativas fuera de lo común porque en derecho se dice que “primero va el hecho y después el derecho”. Es decir que los movimientos sociales exigen cambios jurisdiccionales. Pero con la actual ley de la igualdad el cambio social se impulsa a través de las nuevas exigencias legislativas, impuestas a organismos públicos y privados.
Si contamos con impulsos legislativos, mismos niveles de educación e iguales oportunidades, solo depende de nosotras cambiar esta situación. Para que podamos entrar en el mercado, intentando innovar, acometer nuestro proyecto, sin más obstáculos que los propios riesgos que supone emprender.
sábado, 17 de octubre de 2009
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